
Los hermanos son figuras importantes durante la infancia y la adolescencia. En muchos casos, son los primeros amigos y compañeros, contribuyendo a la formación de nuestra identidad. Sin embargo, su impacto en nuestra vida no termina cuando dejamos de compartir hogar. Y es que las relaciones entre hermanos en la edad adulta puede constituir una importante fuente de apoyo.
No todas las personas mantienen un vínculo cercano y positivo con sus hermanos al llegar a la adultez. De hecho, se estima que en un tercio de los casos los sentimientos predominantes son de hostilidad o apatía. No obstante, quienes tienen la fortuna de conservar estas relaciones pueden llegar a obtener diversos beneficios.
Hermanos en la edad adulta: una invaluable fuente de apoyo
Hay quienes afirman que los amigos son la familia que se elige y que su apoyo es el realmente incondicional. Sin embargo, muchas otras personas y varias investigaciones han podido comprobar que, en determinadas situaciones adversas, son los hermanos quienes verdaderamente proporcionan acompañamiento y apoyo emocional.
Ya sea para ayudar en el cuidado de los hijos, para ofrecer sostén en momentos de enfermedad o como fuente de consuelo ante una pérdida importante, los hermanos ofrecen su tiempo, su hombro y sus palabras para reconfortarnos. El sentimiento de lealtad que se ha establecido durante toda una vida sale a flote, dejando atrás cualquier rencilla, cuando es necesario.
Amigos y confidentes
No en todos los casos una relación fraternal es también un vínculo de amistad, pero cuando esto sucede, los hermanos se convierten en figuras irremplazables. Ellos son quienes nos conocen mejor, quienes nos han visto crecer y transformarnos; ellos conocen nuestra historia desde el inicio y han estado presentes en algunos de los momentos más relevantes.
Con nuestros hermanos podemos hablar con total confianza, con la tranquilidad que ofrece la aceptación incondicional, sin la presión de tener que fingir o aparentar lo que no somos. Los miedos, las dudas y los errores pueden compartirse libremente, a sabiendas de que no habrá juicio ni maldad en su respuesta.
Compañeros de camino
A medida que crecemos, maduramos y acumulamos experiencias. Quizás en algún momento podemos sentir la necesidad de rememorar nuestro camino de vida, y especialmente nuestra infancia.
Por lo mismo, contar en nuestra vida con personas que vivieron esos mismos momentos, que comparten recuerdos con nosotros, que se forjaron en el seno de la misma familia puede resultar muy valioso. Los hermanos son el puente entre quienes fuimos y quienes somos, una constante en nuestro camino que nos aporta seguridad.
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