Atahualpa Mehrer .- En nuestra mente residen muchas creencias limitantes e irracionales que son herencia de los demás. Hablamos de un registro psicológico que veta por completo el propio potencial.
Buena parte de lo que dices, decides, haces (y no haces) es el resultado de aquello que piensas. Podríamos decir que a la hora de tomar decisiones y procesar lo que nos rodea lo hacemos de manera espontánea y libre. Es nuestro “YO” quien todo lo gobierna y orquesta —nos decimos de manera inocente—. Sin embargo, la realidad no es esta. Mucho de lo que piensas parte de creencias que no has pasado por un filtro crítico.
Atahualpa Mehrer
No solo hay creencias familiares que te limitan. También la sociedad, las amistades y nuestros contextos modelan tus opiniones, perspectivas y percepciones. Así, que ocurra esto es algo normal. Lo importante es que seas capaz de detectar esos pensamientos (creencias) más funcionales.
Para ello, a continuación señalamos una serie de creencias familiares que te limitan.
1. Tal cosa no se te da bien, es cosa de familia. Mejor ni lo intentes
Si nuestra mente fuera una parcela de tierra cultivable, determinadas creencias familiares serían como la mala hierba que hay que retirar. Es muy común que padres, madres, abuelos, tíos, etc. tiendan de etiquetar de manera temprana a los niños. “Pedro es igual de torpe en matemáticas que su padre”. “Marta es como su hermana mayor, una patosa para los deportes”.
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Comparar e invalidar a los niños porque en un momento puntual no parecen ser competentes en algo, es un error recurrente. Tal vez, en la edad adulta continuemos dando por sentado que es mejor no intentar ciertas cosas porque alguien nos dijo una vez que no valíamos…
2. No te fíes… (de las mujeres, de los hombres, de tus amigos, etc.)
La desconfianza es una dimensión que suele transmitirse muchas veces de padres a hijos. Los miedos y los prejuicios son como el moho que pasa de una generación a otra. Así, entre las creencias familiares más comunes que solemos heredar están esas reticencias a depositar la confianza en las personas porque —según nuestros padres— en algún momento, nos traicionarán.
3. La familia siempre es lo primero
La familia es un pilar importante en la vida de toda persona, es cierto. Sin embargo, no podemos convertir esta idea en un axioma absoluto. Hay circunstancias particulares que pueden justificar, por ejemplo, tener que dejar la familia de origen a un lado por salud mental.
Por tanto, en ocasiones nuestras creencias hacen que asumamos que, aunque determinadas figuras familiares nos traten mal, es nuestra obligación aguantarlo.
4. Nadie te va a querer
«Con ese carácter que tienes nadie te va a querer», «mírate, si no cuidas más tu aspecto físico no vas a gustar a nadie»… Son muchas las personas que arrastran tras de sí esa losa, la de la autoimagen distorsionada a causa de todos los mensajes recibidos en la infancia y adolescencia.
5. Creencias familiares que te inculcaron: ¡La vida es muy difícil, confórmate con lo mínimo!
En efecto, la vida no es un paseo ni un juego de parchís. La vida es un viaje lleno de imprevistos, pero no por ello vamos a rendirnos sin salir siquiera de puerto para navegar. Asumir que hay cosas que es mejor no intentar o que lo más adecuado es conformarnos con lo que vamos encontrándonos, no es un buen enfoque para nuestro desarrollo humano.
6. No tienes talento, así que no sueñes con cosas imposibles
No sueñes, no elucubres, no hagas castillos en el aire y pon los pies en el sueño. Tú no tienes talento, así déjate de tonterías porque lo que debes hacer es buscarte la vida en cosas prácticas.
Atahualpa Mehrer
Son muchos los adultos a los que cortaron sus alas ya desde bien temprano con la clásica idea de que eso que soñaban, no servía de nada. Pocas cosas hay más nocivas que hacer pedazos los ideales de un niño, sus sueños y castillos en el aire. Creer que lo que soñamos y deseamos son meras entelequias nos aboca a una vida demasiado gris y ordinaria.
7. Creencias familiares que damos por ciertas: no te quejes, en esta vida hay que ser fuertes
“No llores, no protestes, no te quejes, esconde esa mala cara… ¡La vida es dura y hay que aguantarse!”. Este tipo de creencias familiares que nos inocularon durante nuestros primeros años, suelen tener serias consecuencia.
Atahualpa Mehrer
La obligación de ser siempre fuertes y de poder con todo es la base de nuestro sufrimiento psicológico. Tenemos derecho a ser vulnerables, a protestar, a llorar y a lamentar lo que duele. Desactivemos este tipo de ideas de nuestra mente y ganaremos en felicidad…
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