Debes evitar que el estrés te impida estar al lado de los tuyos. Para que la familia esté unida es muy importante pasar tiempo tiempo juntos. Disfrutar del ocio te ayudará a unirte a ellos, pero también lo hará compartir tareas y obligaciones. Estas 10 claves te ayudarán a conseguir una convivencia feliz en tu familia:
1. Conocer lo que nos hace bien
Cuando las cosas no marchan sobre ruedas, es el momento de tirar de nuestras reservas de energía.
¿Cómo hacerlo?
Parece una tontería, pero si lo probamos, nos sorprenderá el resultado: pongamos a los niños a hacer un póster sobre 'lo me hace bien cuando me va mal'. Necesitas una cartulina grande, papel, colores, un pincel, revistas, catálogos, pegamento y tijeras. El niño puede pegar en la cartulina recortes de todo lo que le hace feliz, o bien puede pintarlo. Es muy importante no interferir cuando el pequeño busca cómo relajarse. Cada uno tiene que averiguar por sí mismo lo que le hace bien. Por cierto, tampoco estaría nada mal que los padres también se fabricaran un póster de 'lo que me hace bien cuando me va mal'.
2. Expresar los sentimientos
La rabia, el dolor y la tristeza de los niños no desaparecen solos, aunque a los padres nos gustaría que fuera así de fácil. De hecho, sucede todo lo contrario, a veces, si los ignoramos estos sentimientos se vuelven más intensos, y para todos los implicados será más difícil manejarlos. Debemos:
Aceptar los sentimientos de nuestro hijo e intentar comprender por qué se siente así. Puede que esté estresado porque le exigen mucho en el cole, por problemas con sus amigos o porque no tiene suficientes cosas en su vida que le alegren la existencia.
Pensar en nuestras propias experiencias nos ayudará a entender cómo se siente. Hay que hacerle saber que le comprendemos y nos solidarizamos con él, pero sin caer en la tentación de darle consejos.
Cuando se haya calmado, intentaremos encontrar formas adecuadas para expresar esos sentimientos. Por ejemplo, si al pelearse con un amigo, nuestro hijo se ha disgustado tanto que le ha dado una patada, le ayudaremos a superar el sentimiento de rabia y le indicaremos cómo comportarse mejor la próxima vez.
3. Mantener bajo control las peleas entre hermanos
Aunque a veces nos parezca que nuestros hijos se pelean constantemente, la mayoría de las veces es mejor no entrometerse y dejarles arreglar solos sus problemas. Los niños que tienen libertad para arreglar sus diferencias, aprenden antes a imponerse, a negociar y a hacer las paces. Estos son algunos consejos que te pueden ayudar:
Quédate fuera de su campo visual. Así, evitarás las peleas 'de mentira', en las que los niños pueden hacerse daño solo para provocar la intervención de un adulto.
Cuando uno de los hermanos siempre sale perdiendo debes actuar. En ese caso debes confirmar al más fuerte su superioridad física y enseñarle a usar su fuerza para ayudar a los demás, no para imponer su voluntad.
Conviene que cada niño tenga su propio círculo de amigos. Los hermanos pueden jugar juntos, pero no tienen por qué hacerlo.
Es importante dedicar a cada uno de los niños, como mínimo, una hora y media en exclusiva a la semana. El niño debe darse cuenta de que ese tiempo es solo para él, aunque hagamos alguna tarea mientras tanto. Esta dedicación hará que se sienta más querido y le aportará equilibrio emocional.
4. Confiar en las facultades de los niños
Debemos pensar muy bien si es estrictamente necesario decir 'no'. Si no es realmente adecuado, es mejor dejar hacer al niño. Te sorprenderá lo bien que se arregla solo y cuánto sosiego aporta esta regla a nuestras vidas.
5. Regalar recuerdos
El día de su cumpleaños sería un bonito regalo escribir a nuestro hijo una carta relatando los acontecimientos más importantes, sus progresos y sus actividades favoritas a lo largo de todo el año. De esta manera, el niño tendrá una versión muy individual de la historia de su vida. Al cumplir los 18 años, como regalo especial, podemos encuadernar todas las cartas en forma de libro.
6. Repartir las tareas de casa
Primer paso:
Haz una lista de los trabajos domésticos y dale una copia a cada miembro de la familia. Al lado de cada tarea, escribirá su nombre la persona que decida asumirla.
Segundo paso:
Cada uno anota junto al trabajo si...
Le gusta.
No le gusta demasiado.
No le gusta en absoluto.
Tercer paso:
Todos los miembros de la familia deben dar su opinión y valorar los trabajos que ellos no han marcado.Es el momento de intercambiar tareas o llegar a acuerdos. En cuanto a los trabajos que nadie quiere hacer, se recomienda establecer turnos. Podéis cambiar las tareas cada determinado tiempo para que pasen por todos sin que nadie se sienta discriminado por ser el único al que le ha tocado.
Cuarto paso:
Se llega a un acuerdo en cuanto al periodo de tiempo para asumir las nuevas tareas. Después se intercambian opiniones y, si fuese necesario, se fijan cambios y mejoras.
Quinto paso:
A los niños les costará menos cumplir con lo acordado si el grado de dificultad de las tareas sube de vez en cuando, esto es, no mandarles siempre las cosas como sacar la basura o secar los platos. A muchos les resultan más atractivas las tareas de más responsabilidad, como poner y vaciar la lavadora, cuidar las plantas o cocinar.También les encanta todo relacionado con las cuentas y el dinero.
7. Aliviar las penas infantiles Los juegos de rol pueden enseñar a nuestros hijos a afrontar las situaciones difíciles de la vida. Para ello, relata de forma breve una situación algo complicada, similar a la que en estos momentos inquieta al niño. Puedes cambiar los nombres de las personas o lugares implicados para que sea más abstracto. Por ejemplo: 'Vamos a jugar al recreo. Tú eres un chico al que le encantaría jugar al fútbol, pero el balón es mío y no quiero que juegues con nosotros. ¿Qué harías?'
8. Sobrellevar el aburrimiento
El aburrimiento forma parte de la rutina diaria de los niños. Nuestro papel consiste en pasar esos ratos junto a ellos.
Esos periodos en los que no se sabe qué hacer dan mucho juego para ser creativos, pero eso no quiere decir que sean fáciles: el aburrimiento provoca sentimientos desagradables y pone a los niños nerviosos y quejicas.
Si tu pequeño es capaz de soportar la tensión interior, finalmente intentará remediar la situación por sí mismo.
De estos ratitos puede surgir cosas tan extraordinarias como una casa de muñecas de varios pisos hecha con cajas de zapatos.
9. Mantener la calma
En el día a día de la educación de los hijos hay que reaccionar con rapidez. Te ofrecemos algunas ayudas simbólicas que te pueden orientar:
Tener siempre una brújula a mano. Nos indica la dirección y mantiene el rumbo educativo incluso en momentos de alta tensión. Para disponer de ella debemos fijar las metas educativas y de relación que queremos conseguir y pensar qué camino nos puede llevar hacia esa meta.
Pulsar el botón de pausa. En teoría, significa actuar conscientemente en lugar de reaccionar de forma automática. En la práctica equivale a esperar un momento y preguntarse: ¿Qué está pasando aquí? ¿Cómo debería reaccionar yo?.
10. Establecer la base del orden
La palabra 'primero' es esencial en la educación. 'Antes de jugar en el salón, recoge primero los juguetes de tu cuarto'. 'Antes de salir, primero hay que ponerse las botas'. Con este tipo de instrucciones ayudamos a nuestro hijo a organizar su vida diaria y a saber en qué orden hacer la tareas.
Lógicamente, la pregunta es saber cuánto tiempo tiene que pasar hasta que la estructura correspondiente se haya formado en la cabeza del niño. Esta estructura organizativa no se fijará en la cabeza del niño hasta que sea mayor porque la parte del cerebro que contiene funciones como planificar, organizar, tomar decisiones y fijar prioridades es la última que se desarrolla.
Por eso, hasta entonces, no nos quedará más remedio que insistir y repetirles todos los días lo mismo.