Walter Mehrer S - www.lamesadelafamilia.com
Una pandemia sin cura llegó de manera inesperada y obligó a todos los países a tomar medidas fuertes como el asilamiento forzoso y el distanciamiento físico. Se acabaron las salidas fuera de casa y quedaron en el olvido los gestos y los abrazos.
Para todo el mundo, niños, jóvenes y adultos, ha sido una experiencia bastante compleja. Se ha hecho necesario apoyar a las familias en esta convivencia altamente intensa. Por lo general, el encierro tiende a ser difícil porque se dan entre elementos negativos como el miedo y la ansiedad. Algunas familias tienen mucha organización en sus hogares e implementan rutinas con horarios estables. Esto es de gran ayuda. Invito a todas las familias a tener un modelo de rutina acorde con sus necesidades para crear un sentido de normalidad y productividad.
Algunos padres también han podido gozar de compartir más tiempo de calidad con sus hijos. Así, han logrado conocerlos mejor y han establecido vínculos mas fuertes. Como vemos, para algunos ha sido una experiencia enriquecedora a pesar de que es una situación larga y llena de incertidumbre. A propósito, la incertidumbre es la que produce miedo, temor y angustia. Las personas intentan calmarse estando informados, pero esto hay que hacerlo sin exagerar. Por otro lado, muchas personas están hacienda ejercicio físico a diario, lo que cual ayuda a apaciguar temores y a mantenernos en un buen estado físico y emocional. Es clave, entonces, tener un plan diario estructurado, acompañando de una buena actitud, afirmaciones positivas y ejercicios de relajación y visualizaciones.
Para los jóvenes de entre 14 y 21 años de edad, la situación que ha generado la pandemia es la gran prueba de sus vidas. En general, podemos decir que las personas que implementan la filosofía de “a mal tiempo, buena cara” lo van a poder sobrellevar mejor.
Sin embargo, tenemos un grupo muy golpeado. Se trata de los adolescentes, que al no poder estar con sus amigos y hacer lo que les gusta, se sienten aislados y frustrados. Esta generación de ‘centennials‘ siempre ha conseguido fácilmente lo que ha querido y no han tenido que ser muy resilientes ya que han afrontando muy pocas dificultades. Los papás siempre han estado ahí para apoyarlos, protegerlos y complacerlos. Al acabarse esta gratificación instantánea, esta generación de jóvenes se encuentra en un limbo del cual deben salir, ojalá fortalecidos. Por ahora, el manejo de las emociones esta siendo difícil para ellos. Los papás esta vez no pueden rescatarlos, solo guiarlos como mejor puedan. Para esta generación, de los 14 a los 21 años, esta es la gran prueba de sus vidas.